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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Cuchillos: marcando diferencias

En el mundo de los cuchillos o, mejor dicho, de las armas blancas, el cuchillo criollo argentino tiene un lugar de respeto ganado gracias a su estilo propio y casi exclusivo de estas tierras. Pero, dentro de los cuchillos criollos hay distintas formas que reciben distintos nombres y sucede que muchas veces estos se confunden.-
Antes de marcar diferencias entre formas y nombres me parece importante aclarar que en nuestro país el gaucho propiamente dicho no fue hombre de poseer cuchillos de gran lujo. Acorde con su pobreza, la mayoría de las veces, el arma blanca del gaucho estaba confeccionada con las hojas de sables rotos, tijeras de tuzar o pedazos de acero de distinta procedencia. Por el contrario, quienes portaban facones con cabo de plata y hojas de acero toledano o alemán, fueron los estancieros, ricos terratenientes de la época. En nuestra zona, el hombre de campo, inmigrante europeo, no tuvo la costumbre de portar un arma blanca como el gaucho bonaerense. Los inmigrantes sólo vieron en el cuchillo una herramienta de trabajo que les servía para cuerear un animal, cortar una estaca y cumplir con las labores de la cocina. Es por eso que en nuestra región es muy difícil encontrar dagas o facones antiguos y sólo encontraremos cuchillas de hoja ancha pero que nada tienen que ver con el típico cuchillo criollo.
Ahora, hablando de diferentes formas, dentro de los cuchillos criollos podemos distinguir: facones, dagas, caroneros y verijeros. El facón es un cuchillo de pelea de hoja aguzada, entre 25 y 40 centímetros de largo y de un solo filo, a veces con contrafilo cerca de la punta. Pueden o no tener la hoja acanalada y aquellos que así se presentan, generalmente, están hechos a partir de hojas de sables o bayonetas. La mano de quien la empuña está protegida por una guarda con forma de “S” o de “U” invertida. La diferencia principal con la daga es que esta, a diferencia del facón tiene doble filo. Respecto de los largos es muy variable y algunas llegaban a ser verdaderas espadas mas que cuchillos. El facón más emblemático de nuestro país, es el que le regalara Adolfo Alsina a Juan Moreyra, y que tiene un largo total de 84 centímetros. Esto, si tenemos en cuenta que las dagas y facones eran todos distintos, suponía una ventaja para quien lo usara ya que podía herir desde mayor distancia.
El caronero era un cuchillo que por su largo el gaucho no lo portaba sino que lo llevaba entre las “caronas” del apero (de allí su nombre) y que sólo sacaba en el momento de la pelea a caballo. También la mayoría de las veces estaba hecho con hojas de sables rotas. Para la labor diaria, cortar tientos y churrasquear, el gaucho usaba el “verijero” así llamado por portarlo cruzado en la parte delantera de la faja o tirador, contra la ingle llamada vulgarmente “verija”.
Respecto de dagas y facones el gaucho los llevaba cruzados en la espalda con el filo hacia arriba. Según José Hernández, en el “Martín Fierro”, el gaucho debía llevarlo “de modo que al salir salga cortando”. Algunos han interpretado que se refería a llevar el filo hacia arriba, otros a que debía estar listo parar herir lo más rápido posible.

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