De estas fábricas algunas se especializaron en la fabricación de cuchillas y facones, otras cuchillos de mesa y otras espadas y bayonetas como Kirschbaum fabricante de las bayonetas modelo 1909 de nuestro ejército. La mayoría de ellas exportaron cuchillos, facones, dagas, tijeras, tijeras de tuzar, hacia nuestro país durante el siglo pasado. La gente rápidamente las aceptó por la calidad del acero y las empezó a identificar con nombres criollos en función al logotipo de la marca. Por ejemplo, el logotipo de Böker es un árbol por lo que la gente llamó a las hojas “arbolito”, el de Broqua Scholberg un sol entonces la gente los denominó “marca sol”, los Herder tienen un as de picas por lo que lo llamaron “as de pica o pique”, los Henkels tienen como logo la figura de dos personas por lo que la gente los llamaba “dos muñecos” y así con otros como los llamados “marca mate” por que el logo de la fábrica era un círculo con una cruz inclinada. También, en nuestro país, muchos comerciantes encargaron la fabricación de cuchillos a fábricas de Solingen pidiéndoles que le estampen su propia marca; es el caso de “Casa Rasetti” una vieja armería de Bs As, “Dos Mundos” una tienda muy grande de capital. Y, también, conociendo el éxito de ventas de este tipo de cuchillos encargaban a cualquier fábrica la confección de los mismos y que le estampen la palabra “Solingen” para facilitar la venta. Por todo ello, aunque un cuchillo tenga la palabra solingen escrita, no es garantía de calidad, sino que hay que ver si es de una marca conocida, como las nombradas más arriba.
Actualmente por internet hemos visto que se ofrecen cuchillos cuya marca –de renombre– se encuentra claramente grabada al ácido. Por lo general este tipo son cuchillos “truchos” ya que en los antiguos la marca estaba estampada por golpe de martinete o balancín. Por eso cuchillos “solingen” hay muy buenos y de mucho valor, algunos solamente buenos, algunos mediocres y también muchos de baja calidad.
Anton Wingen Jr. |
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