Se dice que el cuchillo es la extensión del brazo del gaucho, pero le ruego al lector que no piense que mi entrevistado de hoy lleva este rótulo por las muertes que tiene en su haber; como salido de un libro de Jorge Luis Borges y sus célebres “orilleros”, sino que realmente pertenece a esa especie de dinastía que comenzara allá por el año 1942, en la que Don Carlos Allende, su tío, en sociedad con el el Sr. Timoteo Marquina, fundan en Tandil la que fuera la primera fábrica de cuchillos forjados del país, la célebre “La Movediza”.
Esta fábrica llegó a fabricar hasta 64 artículos de cuchillería entre los que se contaban obviamente los cuchillos criollos, de monte, armas de esgrima, etc., las cuales, estas últimas, llegaron a tener fama internacional entre los adeptos a este deporte. Hoy poseer un cuchillo con hoja de Carlos Allende es un lujo para su poseedor.
Pero volvamos a Don Ricardo J. Allende, el cual me recibió en su casa de Montevideo al 600 con la amabilidad y don de gente típico de la persona educada y conocedora de su oficio, del que habla con pasión y profundo conocimiento extraído de su larga experiencia y el constante estudio del comportamiento de los metales para sus hojas, que realiza en forma artesanal, al igual que las maderas y metales preciosos que utiliza para los cabos, los cuales me son expuestos en caja de exhibición en una amplia gama de modelos.
Desde el cuchillo de mesa, el criollo en varias medidas, cuchillos de remate para la caza mayor, dagas y caroneros, cuchillos de monte, que nada tienen que envidiar al mejor importado en calidad de hoja, encabe y terminación en la vaina, todo esto realizado con aceros especiales y a forja utilizando para su terminación, maderas de ébano, palo mataco, nogal, Jacaranda, guayacán y metales como plata y alpaca, con un grado de fineza que ha sido admirado y también requerido por coleccionistas de España, Islandia o Nueva Zelanda entre otros.
Su historia personal comienza el 23 de mayo de 1939 en Coronel Suárez, lugar de su nacimiento, y con menos de un año de edad su padre Alberto Allende y su madre Doña Sara Alcira del Vo, se trasladan a Tandil en el año 1940. realizó sus estudios primarios en la Escuela Nro 1 y secundarios en la Nro 56 y en el año 1950 en el que su padre compra a su hermano Carlos la fábrica “La Movediza” la que se convertiría en “Allende, González, Alfonso y Cía.” luego de sufrir esta una seria crisis económica por la falta de materias primas causadas por la 2ー guerra mundial y que obligó a la fábrica a trabajar con aceros obtenidos de las chacaritas de la época, teniendo que realizar su personal diferentes estudios en materia de temple por ser aceros de diferente origen los utilizados, lo que convirtió a los empleados de la movediza en verdaderos expertos en el tratado de metales para cuchillería y lo que lo llevaría a varios de ellos a fundar sus propias fábricas, tales el caso de Rossi con su marca “Cimbra”, Leguizamón con “El Manantial”, Vilver con “Atahualpa” o Ventos y Capell con “Juca”.
Esta nueva firma de “La Movediza” cierra definitivamente sus puertas en el año 1963 y Ricardo Allende con el oficio de templador ingresa a la Metalúrgica Tandil en donde se jubilaría en 1998.
Es en ese momento en el que decide volver a su viejo amor, el de confeccionar cuchillos y hojas artesanales que satisfagan por su calidad y buena terminación al aficionado o coleccionistas más exigente; más de dos mil hojas ya han salido de su taller lo que habla a las claras de la excelencia de su trabajo, lo que lo ha llevado en su eterno afán de búsqueda he investigación constante a armar un pequeño museo con piezas que pertenecieron a la fábrica original (“La Movediza”) con diferentes modelos de cuchillos nacionales e importados algunos traídos de exóticos países de Asia, labor que realiza y alimenta constantemente desde hace ya 5 años.
Está casado con Elsa Beatriz García, matrimonio del que nacieron María Carolina, María Silvina y María Guillermina, tres mujeres, ¿saldrá alguna artesana como el papá? Espero que sí, sería muy saludable que el apellido Allende siga apareciendo acuñado en las mejores hojas de cuchillo, un arte que para el aficionado al tema como el que escribe, no debería morir.
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